miércoles, 2 de julio de 2008

La Derecha dentro de la Izquierda

En los últimos años hemos observado una polarización de la sociedad venezolana entre chavistas y antichavistas. Los primeros partidarios del Compañero Presidente y los segundos contrarios a este. Sin embargo, si analizamos con más cuidado nos encontraremos que esta bipolaridad esconde profundas diferencias a lo interno de ambos polos. Ya muchos han analizado el polo del antichavismo. Muy pocos, de manera seria y objetiva, el polo donde estamos los Revolucionarios.

El chavismo es un movimiento social, unificado por un discurso que suma múltiples alteridades oprimidas en diferentes lugares y momentos históricos. Es así como suma a los indígenas que libran una lucha desde 1492, al proletariado que libra una lucha desde que existe el modo de producción Capitalista, a los campesinos que luchan desde que las tierras las poseen los terratenientes y suma hasta las mujeres que luchan por la igualdad real de género desde que el ser humano existe sobre la tierra. La base del chavismo es, en consecuencia, extensiva.

Esta característica del discurso chavista logra abarcar a grandes sectores de la sociedad pero desenfoca el centro de gravedad de una Revolución, la lucha de clases como motor de la historia, pues plantea la posibilidad de conciliación de intereses entre las clases opresoras y las oprimidas. En consecuencia nos encontramos con inconsistencia y falta de profundidad ideológica en el discurso chavista, más aún, nos encontramos con profundas contradicciones en el mismo, como la defensa al derecho a la vivienda y la defensa a ultranza de la propiedad privada de los que tienen viviendas abandonadas; como la defensa al derecho al trabajo y la incapacidad de respaldar la toma de empresas por los obreros después del paro patronal; como la reivindicación del poder popular y la defensa y fortalecimiento de un Estado y funcionarios de derecha y corruptos.

Por otra parte, como el Presidente Chávez es el único que unifica al chavismo (por sus infinitos matices ideológicos, éticos y metódicos) se ha transformado al mismo en una especie de deidad que “solo solucionará todo”. Consignas como “Chávez es el Pueblo” y “Con Chávez sigue mandando el Pueblo”, publicitadas por todo el territorio nacional, confirman la intención de un sector del Gobierno de transferir la soberanía popular a los aparatos gubernamentales, quienes serían los encargados de “hacer la Revolución”, de “liberar al Pueblo”. Estas campañas ideológicas intencionales son muy peligrosas pues persiguen desmovilizar al Pueblo como actor principal de la revolución. El Presidente Chávez es el líder Principal de la Revolución pero no debe ser el líder único. Las Revoluciones las hacen los Pueblos y esta no es la excepción.

Necesitamos que se fortalezcan los liderazgos locales y la participación popular en las decisiones del Estado, pues es esto la garantía de irreversibilidad del Proceso. Si este Proceso sigue dependiendo de un hombre está en riesgo. No podemos esperar a que el Presidente venga a resolver los problemas de nuestro barrio, universidad, fábrica o campo, pues lo que ha hecho y hará (porque es humano y no puede multiplicarse) es designar funcionarios para que resuelvan el conflicto, y estos funcionarios, en la mayoría de los casos, se rigen por procedimientos y pensamientos de un Estado burgués. No hay Revolución si no se destruye el antiguo Estado y se construye uno nuevo, y esta destrucción-construcción no la hará solo el Presidente, la hará el Pueblo.

El discurso del Compañero Presidente Hugo Chávez coincide con el planteamiento hasta ahora expuesto en estas breves líneas. Él mismo dice que no es chavista sino revolucionario. Sin embargo existe un sector político que encabeza la mayoría de los puestos de Gobierno que, en nombre de Chávez, hacen y deshacen, y si se levanta una voz disidente de su actuar, enseguida lo etiquetan de antichavista, lo vetan en los espacios políticos del Gobierno y le hacen la guerra con todo el Poder que controlan. Una Revolución sin permiso para la crítica revolucionaria es simplemente una caricatura totalitaria de Revolución. Es por esto que esta actitud de una buena parte del Gobierno es profundamente reaccionaria pues no acepta críticas y defiende (si no es el practicante) actos que contrarían la Revolución. El deber de todo revolucionario es cerrar filas contra la derecha, pero también denunciar y expulsar de las filas de la Revolución a los contrarrevolucionarios que se aprovechan de esta. Y todos sabemos quienes son y en que espacios están.

En este momento histórico, el Proceso se debate entre la Revolución, por la que empujan el Presidente, algunos funcionarios del Gobierno y el Pueblo llano, y por otro lado están las Reformas, para las que empujan la mayoría de los funcionarios de dirección del Gobierno. No queremos decir que la mayoría de estos últimos están traicionando al Presidente. Algunos si lo están haciendo. Lo que estamos afirmando es que están traicionando a los oprimidos con una política de reformas sin tocar, como decía Alí Primera “el meollo del problema”, la construcción de una sociedad nueva sin opresores ni oprimidos.

Este sector reaccionario que vive de la Revolución está tratando de transformarse en la nueva burguesía de Venezuela, garantizando la perpetuación de la exclusión. Este sector fortalece la figura del Presidente pues la necesita para aplastar a todos los que se le atraviesan en el medio. Por eso hablan de “Comandante Chávez” en vez de “Compañero Presidente”, pues la figura de “Comandante” implica orden vertical sin discusión. Entonces en nombre del Presidente están imponiendo su propia voluntad aunque sea contraria al verdadero discurso del mismo y a la querencia del Pueblo.

Todos los revolucionarios tenemos experiencias propias de funcionarios del Gobierno con posturas reaccionarias, corruptos o incapaces y apenas nos atrevemos a decirlo en voz baja, sin darnos cuenta que el más grande enemigo del proceso no es la histérica derecha nacional sino los enemigos internos. Es nuestra responsabilidad histórica levantar la voz contra estas posturas derechistas pues la historia no nos va a perdonar que perdamos el proceso por tolerar a este sector del Gobierno que cada vez se hace más fuerte. Es ahora el momento de confrontarlo no después cuando sea demasiado tarde.

Es necesario que todos los revolucionarios cerremos filas contra el burocratismo y la corrupción que están paralizando la Revolución. Al Compañero Presidente le tienen un cerco comunicacional muy fuerte que impide que sepa realmente lo que está sucediendo, además, por ser una persona tan humana tiene un defecto muy grande, sin importar las pruebas y cuan contundentes sean, protege a todos a los que le tiene afecto. Así fue con Miquelena, así es con muchos otros.

Le hacemos un llamado a los obreros, a las amas de casa, a los estudiantes, a los campesinos, a los dirigentes políticos revolucionarios, a que construyamos el nuevo Estado en el hecho, con el ejercicio del Poder Popular, en las Asambleas como espacios originarios y de soberanía popular, con el presupuesto de las Alcaldías y Gobernaciones, de los Programas Sociales, del FIDES, con las cooperativas, con los Círculos Bolivarianos, con los CTU y comencemos a dar la confrontación, de una vez por todas, con las estructuras burocráticas del viejo Estado Burgués, demostrando mayor eficiencia en la gestión pública, capacidad de respuesta, dirección política y coherencia ideológica. Así y solo así profundizaremos y consolidaremos la Revolución que tanto anhelamos.
Secretariado Nacional de Utopía

08/02/04

“Revolución dentro de la Revolución”

www.nodo50.org/utopia

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